Publicado por Hna. Deborah Negron
Febrero 21, 2019
¿Es Que Has Sido Santificado? Como ¿has entrado al santuario?
2 Crónicas 5:12-14. y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas), cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios.
Apocalipsis 22:11-14
El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la
ciudad.
¿Como hemos entrado a sus atrios?
¿Será tiempo de danza y de jubilo?
¿Has entrado con agradecimiento?
¿O has entendido tus errores y has entrado humillado?
No podemos adorar, sin habernos primeramente, humillado. Nada impresiona a Dios. Ni nuestras capacidades, ni nuestras habilidades. No se impresiona con mucho culto, ni con mucho programa. Hemos sido ciegos al creer que nuestra alabanza era grata, si no, nos hemos humillado.
Lo único que torna el corazón de Dios hacia el ser humano es un corazón con Contristo y humillado. Uno que ha reconocido sus rebeliones y ha visto su propio mal camino. El que viene arrepentido y dolido por haberle fallado a Dios. A este mira El Señor con ojos de piedad y de misericordia. Ese recibirá de Dios una sonrisa y El se agradara.
La vida del creyente es una de reflexión personal. Es una vida del que busca como siempre agradar a su Señor. Reconociendo lo que Dios a hecho por nosotros, su sacrificio y su gran amor, su Gracia en extendernos su perdon. Es ese ser que vive en meditación buscando siempre el rostro del Señor y hablando de sus maravillas. (Salmo 77:12). Nos movemos con agrado para estar más cerca de su presencia.
Nos activa el deseo de cumplir su voluntad, no por el hecho de servir. Más bien servimos porque amamos su Santo nombre. Servimos porque vinimos a convertirnos en siervos, esclavos de Cristo, por Amor. (Efesios 6:6, 1 Pedro 2:16).
La santificacion para el creyente es un diario ejercicio en practicar, vivir, hacer y cumplir su voluntad. Sabemos que no somos perfectos. No hemos llegado a la estatura del hombre perfecto, por eso cada día nos consta buscarle más. (Efesios 4:13).
Somos agradecidos por sus misericordias, pues son nuevas cada mañana. (Lamentaciones 3:22-23).
Vivimos humillados reconociendo que El Solo Es El que puede salvar y rescatar, que solo Cristo puede restaurar a todo el que se humilla. 2 Crónicas 7:14.
El adorador no tiene que ser manipulado, ni si quiera convencido a traer adoración. Este vive en devoción. Cada acción, cada posición, cada momento vive pensando en como el ira a ser de agrado a su Señor.
Hemos visto personas con mucho talento. Cantan por cantar. Entonan sin entendimiento. No viven una vida de intimidad con Dios. Sólo le traen un talento vacío. Voces preparadas sin unción. Cánticos cantados que no mueven a un pueblo a la adoración corporal. Esto no se compra. No se enseña. La adoración empieza en lo más profundo del corazón. Comienza con el despegó de lo que no agrada a Dios. Vive en un estilo de vida diferente. (Efesios 4:28). Ya no desea vivir la vida de antes. Vive una vida en santidad, consagrada al Señor (1 Tesalonicenses 4).
La vida de nosotros es una de subir dia trás dia hacia la meta. Esa búsqueda nos impulsa a buscar su rostro. Anhelamos su presencia. Nos juntamos con otros en la fe, y aún la conversación nos lleva a declarar lo que Cristo continúa haciendo en nuestro ámbito.
No nos cansamos de hablar de su Amor, ni de su fidelidad. Esto no es para los flojos. No son los que asisten por rutina ecclesiastica o por alguna tradicion. No son los que hacen obra de caridad y se olvidan de seguirle en su intimidad. El creyente busca crecer porque sabemos que no hemos alcanzado todavía. Seguimos trás el perfecto.
Nos conmueve la multitud. El vecino, el de la oficina. Nos movemos en oracion y en testificarles del amor de Dios. No seguimos después del culto a hacer lo demás olvidándonos de la palabra predicada. No, esa misma palabra nos redargulle, nos provoca a producir cambios y a la oracion. Nos lleva a desear más del Espíritu Santo. Reconociendo que necesitamos ser limpios cada día más.
Santificanos Señor. Llenamos de ti, Oh Señor. Como David, decimos crea en mi un corazon limpio. Purifica nuestro interior. Quita lo que nos impida agradarte de corazón. Enseñamos tu plan y propósito y ayudanos a ser la luz en las tienieblas. Permitenos ser testigos de tu gracia y de tu Evangelio.
Faros de luz para el que viene sin tu paz. Que seamos de agrado a ti.
Cambiamos, renuevanos dia a dia. Crea la imagen de Cristo en nosotros. Santificanos más Señor.
Que nuestra adoración sea un olor fragante que llegue a tu trono. Perdona nuestras iniquidades Cubre nuestros errores. Quita todo nuestros pecados. Queremos más de ti.
Entonces podremos entrar por tus atrios con alabanza no fingida. Adoración plena y un corazón contristo y humillado, el único que tu escuchas y honras.
Santificanos más Santo Espíritu. Llena toda nuestra vida. Queremos tu presencia oh Señor.
Leave a Reply