Por Deborah Negron M.A.
Cristo Nuestro Mediador
Salvador, Redentor,
El Que dio El Sacrificio Perfecto
Hebreos 9:11-15, 24-28
Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
Ya no hay necesidad de sacrificios…
Ya no es por las obras de nuestras propias manos. No, ya no es por nuestra fuerza, ni por algo que podamos hacer.
Somos hechos nueva criatura.
Somos hechos coparticipes de su gracia.
Somos lavados con la sangre del Cordero de Dios. El sólo es el que es responsable de nuestra redención. No hemos adquirido este regalo por algún mérito nuestro. La salvación es gratuitamente ofrecida a todo aquel que cree en El Señor Jesús. Aquel que se arrepiente de su pecado y se somete a la misericordia de Cristo recibirá vida eterna, la justicia de Dios en Cristo Jesús, perdón de pecados y una vida abundante en El.
No tenemos que buscar el ser aceptados… Ni tenemos que hacer algún ritual de tradición. Sólo creer en El Señor Jesús y buscadle mientras puede ser hallado.
Hemos recibido la salvación a través del amor de Dios por cada uno de nosotros.
El nos llama, nos abre los ojos espirituales y nos da vista de fe. El nos capacita para ganar esta batalla. El nos alista para correr la buena carrera. Que maravilloso saber que somos amados. Que tenemos audiencia con Dios Padre por medio de Cristo. Hoy somos hechos libres en El Amado.
Ya la muerte no tiene amenaza para el creyente. Ya las tribulaciones terrenales no se pueden comparar con la gloria venidera.
Podemos clamar ven Señor Jesús. Ven.
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