Veo A Cristo

Veo a Cristo

Publicado por Deborah Negron

Abril 9, 2018

Salmos 56

Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre; Me oprime combatiéndome cada día. Todo el día mis enemigos me pisotean; Porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia. En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Todos los días ellos pervierten mi causa; Contra mí son todos sus pensamientos para mal. Se reúnen, se esconden, Miran atentamente mis pasos, Como quienes acechan a mi alma. Pésalos según su iniquidad, oh Dios, Y derriba en tu furor a los pueblos. Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro? Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare; Esto sé, que Dios está por mí. En Dios alabaré su palabra; En Jehová su palabra alabaré. En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Sobre mí, oh Dios, están tus votos; Te tributaré alabanzas. Porque has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de caída, Para que ande delante de Dios En la luz de los que viven.

Cuando yo era joven leía la palabra y a veces entendía lo que leía. Más Cómo han pasado los años he llegado a la conclusión que la misericordia de Dios y la persona de Cristo Jesús, es visible en toda la palabra.

No siempre pensaba de esta manera. Ni tampoco tenía el conocimiento Porque alguien me lo haya mostrado. Aunque mis mamá muchas veces solía decir que ella podía ver a Jesús a través de las páginas de la palabra de Dios.

Pues no porque ella me haya convencido de esto, sino porque Él Señor mismo abrio mi entendimiento. Ahora he podido experimentar esta gran verdad porque Él Espiritu Santo me lo a permitido ver. Es una maravilla el reconocer que Dios estaba señalando a Cristo a través de tantos escritores y durante cientos de cientos de años antes de Cristo venir.

En este Salmo 56, veo a Cristo en el Getsemaní. Lo veo pidiéndole a sus discípulos que oraran con él. Aún lo veo con la tristeza al percatarse de que se habían quedado dormidos.

En este salmo veo a Jesús Cuando le dice al Padre, si es posible pasa esta copa de mí…
Más también lo escuchó decir, No se haga mi voluntad Sino la tuya.

Es que ya se reunían los fariseos y los saduceos… ya máquinavan contra él.
Ya buscaba en el momento para destruir su vida. En este salmo veo a Jesús Cuando sudaba gotas de sangre. Veo su frustración, su dolor y su angustia.

Pero también veo, veo que él conocía y confiaba en su Padre celestial.
Veo como él aún esperaba la hora de su Gran Victoria.

El libro de Isaías capítulo 53:5-7 bien nos relata,
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”

Tanto era que sufrió mi maestro para que tú y yo pudiéramos experimentar su Victoria, su Salvacion y su Perdon.
Le doy gracias a Dios que en su misericordia y en su gran bondad me dejo ver a Cristo. Puedo ver su gran amor a través de las páginas de la palabra del Señor. Su Santo Espíritu nos lleva a toda verdad y a toda justicia.

Cómo me habla su palabra. Como me cuenta de su gran amor.
Gracias Jesús por tu gran sacrificio. Gracias por la sangre que derramastes por mí.
Gracias por el perdón que nos otorgas. Gracias porque nos amas con Amor eterno.

¿Lo ves en las páginas de su Palabra?
Cristo por ti se entregó. ¿Lo ves en cada linea? Es una carta de Amor su Palabra. Es una historia del Amado mostrándonos su gran compasión. Mira, mira bien y lo verás. Buscale y lo encontrarás